Monday, March 12, 2007

Negro

Regreso a este, mi hueco elegido. Despisto una vez más esa fuerza prepotente que intenta arrastrarme paciente y tenaz, burlo su debilidad y me aferro con uñas y dientes enfrentando ese torrente de aire gélido que me atrapa e intenta desplazar de mi intuición. Otra vez parece que lo he conseguido, estoy fija en un pequeño espacio que me ofrece la oportunidad de sentirme yo misma. Entonces, puedo decir que existo y, mientras, comienzo a observar un cielo infinito, lejano a ese espacio al que estamos acostumbrados y que consideramos real. De repente, tras los sonidos arrítmicos que aceleran nuestro metabolismo, surge una melodía vital compuesta de mar y brisa, un olor resultado de la fusión de mil aromas lo envuelve todo y está por encima de ese torrente que nos apresura fijándonos a esa superficie absurda donde creemos estar seguros, y así, sin que tristemente te des cuenta, te protege de ese caos que poco a poco te consume nutriéndose de tus sueños, de tu verdad. Resulta que por un instante siento, oigo, observo, escucho y soy capaz de respirar… todo a la vez, sin que cada sensación ahogue a otra, siendo consciente del recorrido que las conduce a emerger en una sola cosa, dándome cuenta de que todo lo que hay conforma una sola cosa.
Puedo decir que sentir nada tiene que ver con entender, ser no significa estar, y aún así, después de aventurarme en esta incursión que me hizo creer que hasta aquí era suficiente me doy cuenta que sólo he abierto una pequeña puerta que me sitúa en un espacio oscuro que me recuerda que, a pesar de todo, sigo sintiéndome muchas veces atrapada en esta rueda de la que aún no he conseguido salir. Primera incursión de partida hacia la ausencia de color. Negro.

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