Monday, March 12, 2007

Negro

Regreso a este, mi hueco elegido. Despisto una vez más esa fuerza prepotente que intenta arrastrarme paciente y tenaz, burlo su debilidad y me aferro con uñas y dientes enfrentando ese torrente de aire gélido que me atrapa e intenta desplazar de mi intuición. Otra vez parece que lo he conseguido, estoy fija en un pequeño espacio que me ofrece la oportunidad de sentirme yo misma. Entonces, puedo decir que existo y, mientras, comienzo a observar un cielo infinito, lejano a ese espacio al que estamos acostumbrados y que consideramos real. De repente, tras los sonidos arrítmicos que aceleran nuestro metabolismo, surge una melodía vital compuesta de mar y brisa, un olor resultado de la fusión de mil aromas lo envuelve todo y está por encima de ese torrente que nos apresura fijándonos a esa superficie absurda donde creemos estar seguros, y así, sin que tristemente te des cuenta, te protege de ese caos que poco a poco te consume nutriéndose de tus sueños, de tu verdad. Resulta que por un instante siento, oigo, observo, escucho y soy capaz de respirar… todo a la vez, sin que cada sensación ahogue a otra, siendo consciente del recorrido que las conduce a emerger en una sola cosa, dándome cuenta de que todo lo que hay conforma una sola cosa.
Puedo decir que sentir nada tiene que ver con entender, ser no significa estar, y aún así, después de aventurarme en esta incursión que me hizo creer que hasta aquí era suficiente me doy cuenta que sólo he abierto una pequeña puerta que me sitúa en un espacio oscuro que me recuerda que, a pesar de todo, sigo sintiéndome muchas veces atrapada en esta rueda de la que aún no he conseguido salir. Primera incursión de partida hacia la ausencia de color. Negro.

incursiones hacia algún color. Intro

He esperado sin querer a regresar a este espacio vidrioso, ocurrió que hubo un momento de entusiasmo y tenía unas ganas locas, imparables, de viajar. Coger mi mochila de rutinas para adentrarme en este asombroso mundo de la introspección. Estaba inquieta, por eso me detuve y decidí hacerme incursionista, pero me quedé en el intento, en la introducción a la aventura, y me limité a continuar una sucesión de segundos interminables que resultaron ser mi vida.

…Y mi vida pasaba y yo no me daba cuenta. Resultó que me despertaba y empezaba a deambular de la cocina al baño, del baño al dormitorio, del dormitorio al portal y del portal a un sinfín de calles rígidas, llenas, que me conducían a distintos lugares, espacios decorados con conservas y congelados, con mesas y asientos incómodos, espacios de plástico y madera, de hierro forjado y cristal. Cuevas asfixiadas con zapatos y prendas diversas que pretendían darme una identidad, lugares con olor a pan y asfalto, a humo y perfume fugaz. Espacios empapelados con cemento y luces de neón, con papel y rostros que me adelantaban o se escondían tras mi espalda, numerosos ojos fijos en la superficie, bocas abiertas simulando sonrisas que quise saber de donde procedían, labios cosidos con comisuras borrosas que despertaron mi miedo. Fue de repente, no sé por qué, pero me quedé anclada en medio de una marabunta que giraba apresurada, parecía que avanzaban y no se movían del eje que los sostenía. Sus vidas y la mía simulaban movimiento pero estaban paralizadas dejándose arrastrar por una rueda feroz que giraba envuelta de infinitos sonidos arrítmicos. Este giro con una duración de veinticuatro horas nos paseaba por lugares que creí eran elegidos por nosotros. Me equivoqué. No éramos capaces de elegir, aún así muchos estaban convencidos de poseer esta habilidad. Cuando me di cuenta de la encerrona necesité provocar mi expulsión de ese eje descontrolado que empezó a marearme, así que aproveché un momento para sentarme largo tiempo, provocando que mi rotación volviera una y otra vez al mismo lugar. Mientras, los cuerpos que pasaban frente a mi iban desapareciendo siendo conducidos a otros sitios que construían sus propias vidas. Yo continuaba haciendo de la mía una espera y fue así como me di cuenta de que podía escapar de ese escenario para adentrarme en un espacio sin huecos, carente de tiempo, con sonidos que iban quedando cada vez más lejos, para empezar un viaje a un mundo inexplorado, sombrío, con golpes de aire fresco y pequeños focos tenues que parpadeaban invitándome a pasar, un viaje que se insinuó amargo y que sin embargo intuía necesario, un viaje hacia mí misma, que convirtió mi piel reversible y me sitúo frente a un trayecto oscuro donde cada incursión me conduciría hacia algún color.

Thursday, February 09, 2006

empiezo a acumular


...a llenar el vacío que margina esa mochila raída, tan usada. Empiezo... Una vez más, sin estar preparada, comienzo una nueva incursión.
¿Dónde estoy?